Visionario es un adjetivo que suele emplearse para calificar a la persona que, gracias a su creatividad, su imaginación o sus conocimientos, logra prever qué ocurrirá en el futuro. El concepto, de este modo, se asocia a una cierta visión de los acontecimientos que están por venir.
Por ejemplo: “Julio Verne era un visionario: en sus novelas anticipó la creación del submarino y de las naves espaciales”, “Muchos consideran que Steve Jobs fue un visionario que supo enfocar su negocio al nuevo mercado tecnológico”, “No soy un visionario, simplemente analizo la situación actual y saco conclusiones de cara al futuro”
Visionarios es como se denomina a un grupo de artistas, poetas y pintores, surgido en Inglaterra durante el apogeo del Romanticismo. Su obra se caracterizaba por sus habituales representaciones de lo fantástico y su culto al mundo de los sueños. Son creadores de un mundo nuevo que se mueve entre la frialdad del Neoclasicismo y la exaltación de la imaginación y los sentimientos del Romanticismo.
En la antigüedad, a partir del siglo VI antes de Cristo, el
paradigma científico estaba protagonizado por la teoría geocéntrica. Es decir,
por la creencia de que el Sol y el resto de planetas giraban alrededor de la
Tierra. Y, en consecuencia, la Tierra era el centro del universo. Nadie
cuestionaba ni ponía en duda esta forma de pensar. Tanto es así que todas las
hipótesis acerca del universo se desarrollaban a partir de estos supuestos. Con
el tiempo, los más eminentes pensadores y científicos –liderados por los
filósofos Platón y Aristóteles– llegaron al convencimiento de que se trataba de
una verdad inmutable.
Años más tarde, Aristarco de Samos se atrevió a cuestionar
el statu quo científico de la época, formulando la teoría heliocéntrica. Este
sabio afirmaba que el Sol era el centro del universo y que la Tierra y el resto
de planetas giraban a su alrededor. Por aquel entonces, la mayoría de sus
colegas se burlaron y se opusieron a su hipótesis, que fue severamente
criticada y condenada. No en vano, dar crédito a esta nueva teoría suponía
asumir que ellos estaban equivocados.
NIcolas Copernico. Biografia |
Con el paso de los siglos aparecieron otros pensadores con
nuevas maneras de mirar e interpretar el universo. Entre ellos destacó Nicolás
Copérnico, quien retomó el relevo de Aristarco de Samos, asegurando que la
Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y que una vez al año daba una
vuelta completa alrededor del Sol. Dado que Copérnico contaba con elaborados
cálculos matemáticos que sustentaban su hipótesis, en esta ocasión la teoría
heliocéntrica fue acogida con menos escepticismo.
No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado
su tiempo
Victor Hugo
Cien años más tarde, y gracias a los avances tecnológicos,
las hipótesis de Copérnico fueron demostradas por Galileo Galilei. Con la ayuda
del telescopio –instrumento que él mismo inventó–, se desmontó la falsedad
inherente a la teoría geocéntrica, consagrando así la veracidad de la
heliocéntrica, descrita casi dieciocho siglos atrás por Aristarco de Samos. Así
fue como se produjo uno de los más importantes cambios de paradigma que ha
experimentado la humanidad.
Evidentemente no todos los locos son visionarios. Sea como
fuere, este colectivo de genios está compuesto por personajes tan ilustres como
Leonardo da Vinci, Nostradamus, Louis Pasteur, Julio Verne, Thomas Alva Edison,
Nikola Tesla, Aldous Huxley, George Orwell, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y
Steve Jobs, entre otros. Todos ellos tienen siete características en común.
1. Desafían el ‘statu quo’. Al investigar la historia que
hay detrás de cada visionario, descubrimos que todos ellos padecen en algún
momento una profunda crisis que les lleva a romper con la ancha avenida por la
que transitan el resto de sus coetáneos, explorando sendas nuevas y
alternativas. Para lograrlo, empiezan a cuestionar el núcleo de su identidad y
el sistema de creencias con el que fueron condicionados por su entorno social y
familiar. Así es como se convierten en una amenaza para el orden establecido.
ANNA PARINI
2. Inadaptados y excéntricos. No encajan con el patrón que
impera en la sociedad. De ahí que tiendan a rechazar el modo de vida que les propone
su tiempo. Y al hacerlo atraviesan una etapa en la que se sienten excluidos y
marginados. La soledad y la incomprensión son el precio que pagan al principio
por atreverse a escuchar a su intuición y seguir su propio camino. En
ocasiones, para reafirmarse ante los demás, suelen adoptar actitudes bizarras y
conductas excéntricas, provocando que se les tache de “raros” y “locos”.
3. Rebeldes e inconformistas. Al ganar en confianza y
seguridad en sí mismos, se sienten con más determinación para rebelarse frente
a las autoridades y los sinsentidos de su época. A todos ellos les causa cierto
deleite transgredir las normas y romper los límites. No se resignan a vivir
como se estila hoy, sino que lo hacen como se hará mañana.
4. Libres de pensamiento. Son personas que han construido un
pensamiento propio e independiente, forjado por medio de experiencias. Tienen
una mente abierta, libre de moral y de prejuicios. Suelen llevar un estilo de
vida muy poco convencional que frecuentemente causa controversia en su entorno.
5. Idealistas y soñadores. Son personas adelantadas a su
tiempo. Tanto es así que lo que un visionario piensa hoy es lo que asumirá la
humanidad dentro de 50 años. Sin embargo, su exacerbado progresismo les lleva a
ser personas orientadas hacia el futuro, con tendencia a abrazar quimeras y
utopías.
"Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea
triunfa"
Mark Twain.
Benjamin Franklin. |
6. Creativos e inventivos. La creatividad es su seña
de
identidad. Son inventores natos, cada uno en su campo. Muchas de sus ideas
acaban dando lugar a innovaciones que significan un punto de disrupción con las
propuestas actuales, que de pronto quedan obsoletas.
7. Revolucionarios orientados al bien común. Tremendamente
humanistas, los visionarios terminan por convertirse en grandes reformadores,
cuyo enfoque inspira un cambio de paradigma en la sociedad. En el momento en
que la mayoría verifica la validez de sus ideas, empiezan a destruirse y
transformarse las estructuras establecidas, generando una nueva realidad.
Todos los adelantos evolutivos señalados por este colectivo
de locos-visionarios están sujetos a la denominada “ley de difusión de
innovaciones”, popularizada en 1962 por Everett Rogers. Este sociólogo dedicó
su vida a investigar el proceso por el cual los individuos que forman parte de
un colectivo comparten y asimilan nuevas ideas y tecnologías que permiten el
progreso de la humanidad. Según esta teoría, la población de cualquier país se
divide en cinco segmentos, en función de su predisposición para adaptarse a los
constantes cambios y avances relacionados con nuevos conocimientos y formas de
hacer las cosas.
Francisco Martín, Visionario por vivir sabiendo que "Se Puede". |
En un plano más profesional y empresarial, Rogers estima que
el 2,5% de la sociedad está compuesto por los “innovadores”. Es decir, aquellos
emprendedores de diferentes ámbitos que se atreven a cuestionar el statu quo,
ofreciendo nuevos y mejores productos y servicios a los consumidores. La nueva
oferta creada por estos pioneros, enseguida es utilizada por los “primeros
seguidores”, que representan al 13,5% de la población. Este grupo se
caracteriza por apreciar fácilmente las ventajas
inherentes a este tipo de
innovaciones.
En la medida en que el nuevo producto, servicio o
conocimiento genera una sustancial mejora en la calidad de vida de sus
usuarios, poco a poco va comunicándose por medio del boca a boca. Según Rogers,
con el tiempo empieza a ser utilizado por la denominada “mayoría precoz”,
formada por el 34% de la población. Es decir, aquellos que al conocer directa o
indirectamente a uno de los primeros seguidores han podido verificar que se
trata de algo útil y beneficioso, decidiendo incorporar esta novedad en sus
vidas.
Es entonces cuando dicha innovación se pone de moda,
generando que empiece a ser empleada por la “mayoría tardía”, constituida por
otro 34%. En este caso, utilizan dicho avance cuando ya no se considera una
“innovación” ni tampoco se percibe como una “novedad”. Por último se encuentran
los “rezagados”, un grupo compuesto por el 16% restante, quienes empiezan a
emplear las nuevas ideas, herramientas o tecnologías cuando el resto del mundo
lo hace y no les queda más remedio.
Por más que la tendencia general sea ridiculizar o rechazar
lo diferente, lo alternativo y lo desconocido, es imposible detener el avance y
el progreso de la humanidad. Como individuos, podemos quedarnos estancados en
lo viejo o abrir nuestra mente y explorar las innovaciones que trae consigo lo
nuevo. Y es que la locura –la de verdad– consiste en seguir haciendo lo mismo
que hemos venido haciendo hasta ahora esperando cosechar resultados diferentes.
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