domingo, 16 de febrero de 2020

Zufre, una historia de muerte y supervivencia

Y en solo unos segundo se llegó el silencio de la Muerte.....

 Las ROSAS de ZUFRE. El aullido del TERROR franquista Francisco Espinosa cuenta sus nombres y edades en el Libro “La represión en la provincia de Huelva”: Las mujeres de Zufre (Huelva) eran Teodora Garzón Núñez, 46 años, casada; Remedios Gil Cortés, 58 años; Modesta Huerta Santos, 30 años, militante de UGT, viuda; Josefa Labrador Arroyo, 40 años, casada; Elena Ramos Navarro, 55 años (UGT); Bernabela Rodríguez Ruiz, 39 años, casada; Dominica Rodríguez Ruiz, 39 años, viuda; Felipa Rufo Alcaide, 40 años, casada; Amadora Sánchez González, 53 años, casada; Mariana Sánchez Vázquez, 51 años (UGT), ávida lectora, casada; Antonia Padilla Blanco, 51 años; Encarnación Méndez Díaz, 56 años (UGT), Faustina Ventura Sánchez, 62 años; Amadora Domínguez Labrador, 48 años (UGT); Carlota Garzón Muñoz, 47 años y Alejandra Garzón Acemel, 62 años. Las profesiones, “sus labores”.

Todas las detenidas en la cárcel de Zufre escuchaban el siguiente nombre de la lista en el espeso silencio. El guardia añadió: “!Vienen ustedes a declarar a Aracena!” Aquella salida de la cárcel hacia la comandancia de la Guardia de Aracena les costó cruelmente la vida en pocas horas. En una columna de tristeza y desconcierto desfilaron lentamente, sin querer pensar en el desenlace, hacia el funesto camión para el traslado. Muchos niños jugaban alrededor del pilar.Algunos vieron allí por última vez a sus madres, la primera mirada de sorpresa, pero al verlas amarradas en collera, maniatadas con alambres y cuerdas, sollozando, los niños agacharon la cabeza, dejaron de mirar. Entre las 10 y las 12 de la mañana del 4 de noviembre de 1937, ante el muro del cementerio de la vecina Higuera de la Sierra, el pánico hizo que muchas de ellas no pudieran ni bajar del camión por lo que fueron empujadas a golpe de fusil como si se tratara de una pequeña cuadrilla de animales. Muertas de miedo, al llegar al estrecho camino que lo separaba de la cancela del cementerio comenzó la más absoluta humillación. Las raparon, purgaron con aceite de ricino, desnudaron, bañaron en aceite, azotaron y algunas fueron violadas. Después las fusilaron y arrojaron a una fosa común. De aquella terrible tarde quedan todavía algunas deformaciones en los barrotes del cementerio provocadas por los disparos. Nunca se supieron las razones del fusilamiento, ni los “delitos” que se imputaban a estas mujeres, se les aplicó el “Bando de guerra” sin ninguna sentencia. Quizá acusadas de auxiliar a fugitivos, ser familiar de represaliados o encarcelados. No estaban relacionadas en ningún caso con delito grave. La pertenencia a UGT o su parentesco con algún republicano las llevó a ser recluidas en prisión sin imaginar el fatal desenlace. Según Espinosa, “solo 7 fueron inscritas en el Registro Civil en 1937, de las otras nada hasta los años 80”. Murieron antes de declarar en la Comandancia de Aracena. Ninguna defunción se registró en plazo legal: Causa de muerte “anemia aguda” aunque en los 80 ya pone “Bando de Guerra”. Tras 80 años no hay actuaciones sobre su fosa, aún no localizada ni sus cuerpos exhumados. Muchos lugareños la sitúan en unos jardines con una cruz a la entrada del cementerio de Higuera de la Sierra.

NUNCA MAS¡¡¡

 FUENTE: Tulio Riomesta.
  CADENA SER.

sábado, 25 de enero de 2020

El Origen de los Apellidos.

En la antigüedad, no existían los apellidos.
Tomemos la Biblia, por ejemplo…
A los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento se les conocía por su nombre: Abraham, Moisés, Pedro, Juan, Mateo, Jesús, María y José. No había tal cosa como Abraham Pérez, Mateo Delgado o José García. (Cuidado: Iscariote no era el apellido del traidor Judas, ni Tadeo el del santo; eran sobrenombres, apodos).

Con el tiempo, las comunidades se poblaban cada vez más y más, y de momento surgían las dudas:

-Llévale este mensaje a Juan.

-¿Cuál Juan?- preguntaba el mensajero.

-Pues Juan, el ‘del valle’- explicaba para distinguirlo del otro Juan, el ‘del monte’.

En este caso, los apellidos ‘del Valle’ y ‘del Monte’, tan comunes hoy día, surgieron como resultado del lugar donde vivían estas personas. Estos se llaman ‘apellidos topónimos’, porque la toponimia estudia la procedencia de los nombres propios de un lugar. En esa misma categoría están los apellidos Arroyo, Canales, Costa, Cuevas, Peña, Prado, Rivera (que hacen referencia a algún accidente geográfico) y Ávila, Burgos, Logroño, Madrid, Toledo (que provienen de una ciudad en España).

Otros apellidos se originan de alguna peculiaridad arquitectónica con la que se relacionaba una persona. Si tu antepasado vivía cerca de varias torres, o a pasos de unas fuentes, o detrás de una iglesia, o al cruzar un puente, o era dueño de varios palacios, pues ahora entiendes el porqué de los apellidos Torres, Fuentes, Iglesia, Puente y Palacios.

Es posible que hayas tenido algún ancestro que tuviese algo que ver con la flora y la fauna. Quizás criaba corderos, cosechaba manzanas o tenía una finca de ganado. De ahí los apellidos Cordero, Manzanero y Toro.

Los oficios o profesiones del pasado también han producido muchos de los apellidos de hoy día. ¿Conoces a algún Labrador, Pastor, Monje, Herrero, Criado o Vaquero? Pues ya sabes a qué se dedicaban sus antepasados durante la Edad Media.

Otra manera de crear apellidos era a base de alguna característica física, o un rasgo de su personalidad o de un estado civil. Si no era casado, entonces era Soltero; si no era gordo, era Delgado; si no tenía cabello, era Calvo; si su pelo no era castaño, era Rubio; si no era blanco, era Moreno; si tenía buen sentido del humor, era Alegre; si era educado, era Cortés.

Quizás la procedencia más curiosa es la de los apellidos que terminan en -ez, como Rodríguez, Martínez, Jiménez, González, entre otros muchos que abundan entre nosotros los hispanos. El origen es muy sencillo: -ez significa ‘hijo de’. Por lo tanto, si tu apellido es González es porque tuviste algún antepasado que era hijo de un Gonzalo. De la misma manera, Rodríguez era hijo de Rodrigo, Martínez de Martín, Jiménez de Jimeno, Sánchez de Sancho, Álvarez de Álvaro, Benítez de Benito, Domínguez de Domingo, Hernández de Hernando, López de Lope, Ramírez de Ramiro, Velázquez de Velasco, y así por el estilo.

Así mismo ocurre en otros idiomas: Johnson es hijo de John en inglés (John-son); MacArthur es hijo de Arthur en escocés; Martini es hijo de Martin en italiano.

Ya ves: es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comienzan a surgir los apellidos. La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.

Martin
Orta
Vísperas de mi 55 cumple años.... Quiero festejar con todos ustedes.... La vida es bonita, es bonita y es bonita. Gracias por ser participe de este aprendizaje mis Queridos Hermanos y Hermanas.